septiembre 19, 2010

Festejos Bicentenarios

En medio de los festejos por el Bicentenario una de las actividades que mayor fama ha tenido es un espectáculo de imágenes que se presenta en el palacio de la Moneda. Dicho espectáculo fue transmitido por televisión y, si bien no lo vi, me contaron algo que me ha llamado la atención: la aparición de mapuches (como representantes de los pueblos indígenas, supongo). Pero no es aislado, pues me ha tocado escuchar bastante sobre representaciones de mapuches en diversas celebraciones.

Lo interesante es que, si uno se detiene un momento, los últimos doscientos años han sido tal vez los peores de toda la historia del pueblo mapuche y justamente por culpa de “los chilenos” (por lo menos para los mapuches que viven en territorio chileno). Gran parte de la republica chilena que celebra sus 200 años se ha definido en contra del pueblo mapuche: la política publica denominada “pacificación de la araucanía”, el tratamiento que se les ha dado de “terroristas” (con juicios con testigos sin rostros, entre muchas cosas impropias de una república), entre muchas otras. El chileno se considera un criollo y no un indio.

Me parece que si bien en muchos está el ánimo de, a través de las celebraciones, darles reconocimiento y educar en la diversidad, la cuestión, por lo menos cuando viene desde la institucionalidad, es más bien ofensivo: qué pasa con conversar públicamente sobre su reconocimiento constitucional, el respecto de los derechos de los individuos y de la autonomía de sus comunidades.

Mientras no nos preguntemos en serio sobre quiénes son y cómo ellos se ven y quieren ser vistos, estas representaciones no van a ser más que caricaturas, más parecidas a las hechas por un colonizador que por un igual o un compatriota.



septiembre 08, 2010

Sandel y la Ciudadanía

Comparto los links a dos de entrevistas realizadas hace unos meses a Michael Sandel en su visita a España. Este “filosofo público” usualmente propone valiosos y valientes puntos de vista para enfrentar diferentes situaciones, llamándonos a la reflexión. Acá, siguiendo lo escrito por Carolina en el texto anterior, quisiera mostrar algunas cosas que nos dice respecto de la ciudadanía y que me parece bueno revisar en relación a cómo los chilenos vivimos el ser ciudadanos:

P. ¿Si he votado a Montilla o Zapatero, soy responsable de su buena o mala gestión?

R. Sí se toma en serio la democracia, sí.

P. ¡Pero yo sólo decido mi voto: no sus actos como gobernantes!

R. Quien vota a un gobernante es moralmente responsable de cuanto haga o deje de hacer ese gobernante. Porque es esa responsabilidad la que legitima tu derecho a votar y a exigir al votado que cumpla sus promesas.

(…)

P. Pues Hitler ganó unas elecciones.

R. Y eso convierte a quienes le votaron en corresponsables morales de los crímenes que cometió, pero yo aún iría un paso más allá...

P. ¿Más aún...?

R. Yo no voté a George Bush júnior...

P. Yo tampoco.

R. ... Pero como ciudadano americano soy -menos que quienes le votaron, pero también- corresponsable de esa declaración de guerra a Iraq. Igual lo es usted, votara o no a Aznar. Si Estados Unidos es una democracia, como estadounidense soy responsable en parte también de los actos de mi presidente, aunque no le haya votado.

P. ¿Y a qué le obliga esa responsabilidad?

R. A esclarecer, recordar, pedir perdón e indemnizar a las víctimas de mi país. Si no asumo esa responsabilidad sobre el pasado de mi nación, no puedo sentirme ciudadano legítimo en el presente. No la merezco.

(…)

P. ¿No es mejor olvidar y seguir adelante?

R. Olvidar y perdonar son cosas diferentes. Sólo puede haber justicia y, por lo tanto, perdón si no hay olvido.

P. Aquí hubo una amnistía con olvido.

R. No hay amnistía válida moralmente si va acompañada del olvido. En el caso de la guerra civil española, no habrá justicia hasta que se esclarezcan los hechos y se reparen e indemnicen en lo posible. Primero todos tienen que aceptar la verdad, después repararla y luego podría llegar el perdón.

P. ¿Dónde está el límite en el tiempo y el espacio de la responsabilidad moral y de la justicia universal? ¿Soy responsable de todos los crímenes de la humanidad sólo por ser humano?

R. Es la gran pregunta ética de nuestra época que analizo en Justice (justicia), pero no tiene respuesta simple. Se irá respondiendo a medida que nos definamos.

P. ¿En qué sentido?

R. Los límites de la justicia los pondrá nuestra definición de nosotros mismos: ¿somos seres humanos o sólo españoles, o sólo catalanes o sólo europeos?

P. ¿O todo a la vez?

R. Las identidades que asuma darán la medida de su responsabilidad moral y, por tanto, de su dignidad como persona.”


Es sumamente importante que veamos hasta dónde construimos nuestra identidad, hasta dónde existe nuestro compromiso. En Chile se ve mucho que la gente interesada en “política” limita su compromiso al partido (o coalición) al que pertenece (o con el que simpatiza), sin existir una visión más amplia. Esto implica que se responda a intereses mezquinos de hacer quedar mal al del otro partido (en ocasiones por cuestiones como la vestimenta que usa) y no se piense en qué sucede con la vida de los demás.

Incluso muchas personas terminan construyendo su identidad a través de los programas de la farándula en la televisión, farándula a la que no pertenecen, pero en la que se gasta tiempo y energía, definiéndose por algo de lo que son excluidos a lo que acceden a través de una pantalla.

Esto es sumamente relevante, pues, así se van excluyendo ciertas identidades (no aparecen en televisión y, menos aún, en los intereses partidarios, por seguir con el ejemplo) y los grupos que se identifican con estas identidades de lo público y no se las considera hasta que suceden cosas como el caso de los mineros atrapados (de todas maneras, es dudoso pensar que este hecho haya traído seriamente a discusión cuestiones como las condiciones en que trabajan y viven gran cantidad de mineros o la responsabilidad, para con el país, de las empresas del rubro).

De ahí la importancia de lo que dice Sandel y de lo necesario que es hacerse cargo de cuestiones como el accidente señalado, la huelga de hambre de los mapuches, las protestas de los estudiantes, las de los habitantes de Isla de Pascua, lo sucedido en Punta Choros, etc. Y hacerse cargo significa saber cuáles son sus causas, qué ha pasado y pensar en cómo debo yo (y los gobernantes) reaccionar ante esto.

En este sentido, si bien tenemos derecho a que no nos importe nada, nuestro carácter moral se define, en parte, por como consideramos a los demás, tanto por lo que les ha pasado (que influye en lo que son) como por lo que hacemos ahora para que su futuro sea mejor, y las cuestiones que pasan en diferentes partes del país implican un reto individual y comunitario al respecto (pues implica el uso de la imaginación, la compasión, etc.). Este es uno de los retos de construir lo público: hacerme parte del entramado social, sabiendo cómo se ha formado a lo largo del tiempo y revisar críticamente las acciones realizadas y las a realizar, y no solo calificar todo como violencia contra la propiedad tal como se señala en los cinco primeros minutos de los noticiarios.

Con lo del bicentenario se ha puesto de moda la idea de recordar quienes somos y como se ha construido el país, hay que tomarse en serio esto tanto en relación con las personas (tanto nacionales cómo extranjeras) como con la naturaleza (nuestro cuerpo-país).

La invitación es, entonces, a ver las entrevistas y comentar los dichos de Sandel, tanto en lo acertado como en lo equivocado que consideremos que están. Para terminar dejó un extracto de la otra entrevista:

"P. ¿Qué rasgos definen a un buen gobernante?

R. [Piensa varios segundos]. La respuesta corta, y es un argumento que se remonta a Platón y Aristóteles, es que los mejores líderes son aquellos que tienen una devoción genuina hacia el bien común. Pero, en la práctica, en política hay poderosos intereses que compiten con el bien común. Y muy a menudo, la preocupación por los aspectos técnicos de las finanzas y de la economía produce líderes incapaces de articular visiones más amplias relativas a valores y justicia social, y con una visión ética amplia.

P. ¿Y un buen ciudadano?


R. Es el que lee periódicos, se informa de las cuestiones públicas, mira más allá de sus intereses individuales y pide a los políticos de que se ocupen del bien común.


P. ¿En qué cree?


R. ¿En términos políticos?


P. En general.


R.
En un tipo de políticos y en general en una vida política abierta al debate sobre cuestiones morales básicas. En nuestras sociedades la democracia está empobrecida porque hay tal preocupación por cuestiones tecnocráticas que se presta muy poca atención a otras más amplias, relacionadas con justicia social o la dimensión moral de la vida pública. A veces es más fácil para los políticos no afrontar cuestiones éticas de fondo porque son controvertidas"