julio 01, 2011

Marchas y críticas

Siento que hay muchas cosas que decir sobre lo ocurrido en Chile en el último mes sobre las formas en que la ciudadanía se manifiesta. Ahora aprovecharé lo escrito por Carolina acerca de la democracia de lo extraordinario para expresar algunas ideas.
Me parece que dicho punto de vista ayuda a aclarar cosas y a ver cómo muchas críticas que se presentan no sirven de mucho.
Una primera cuestión es la del tiempo, ¿Cómo explicar que han pasado varias semanas y el movimiento crezca en vez de agotarse (que es a lo que apela el gobierno)? Me parece que precisamente es porque apela a un significado lo cual permite una gran adhesión de diferentes personas (con diversos puntos de vista, intereses, soluciones, etc.), las cuales se encuentran en un espacio público conversando sobre cuestiones que importan a toda la comunidad y a varias generaciones.
Esta apelación a un significado también implica que algunos de los argumentos desarrollados por la prensa y el gobierno no afecten la legitimidad de las manifestaciones.

Una de las estrategias presentadas usualmente por el gobierno es mostrar a los manifestantes como personas violentas, intransigentes, sin disponibilidad al dialogo. En este sentido el rechazo del Consejo de Rectores ha sido tachado de esa forma, como muchas otras actuaciones. Me parece que en hay en la opinión pública cierta conciencia de la necesidad de reconocer un umbral mínimo en educación irrenunciable (que es ciertamente contrario al proyecto de los gobernantes de turno) acorde a lo que consideramos una vida digna de ser vívida (en el sentido en que usan esto Nussbaum y Sen) y se hace pensando en varias generaciones. Esto ha empoderado a los manifestantes y también ha ampliado las bases de la manifestación, siendo legítima cierta intransigencia, así como la petición de una reacción suficiente por parte de la autoridad.

Otra cuestión que ha sido críticada (lo mismo respecto a las marchas contra el proyecto Hidroaysén) es que no hay una uniformidad en lo alegado. La técnica televisiva es mostrar en varias escenas seguidas a personas alegando por diversas cosas. La cuestión es que no veo porque esto es negativo, la protesta se trata precisamente de que personas con ideas e intereses en parte diferentes, en parte comunes, salen a decir que lo que hay está mal. En este sentido es necesario que haya un mínimo común (la necesidad de que la educación sea pública, de que sea de calidad, que no siga reproduciendo y ampliando las escándalozas desigualdades presentes en la sociedad chilena, etc.), pero precisamente el espacio público está para mostrar nuestra pluralidad. Además no siempre está la posibilidad de participar en marchas enormes en donde se pueda manifestar lo que se cree y piensa.
En este sentido, estando presente en la marcha es muy llamativo ver que las diversas personas, mientras caminan, comparten con el de al lado su visión de lo que pasa.

Por último, y tal vez la más extravagante crítica, es señalar que el movimiento se vuelve "político". Uno podría preguntarse qué más político que cuestionar las desigualdades, proponer y criticar políticas públicas y preguntarse sobre criterios de distribución de cuestiones como la educación. Me parece que el movimiento siempre ha sido político, como pocas cosas "públicas" en Chile y eso es algo bueno.

Me parece que lo que más llama la atención es que el gobierno de un país democrático esté en contra y se preocupe de desligitimar a un amplio movimiento social que representa el sentir y pensar de gran parte de la comunidad nacional sobre un tema de interés común. ¿No será el deber de los gobernantes ser receptivos ante lo que sucede en vez de tratar de debilitarlo?
Acá se ve lo alejada que está la clase política chilena de la ciudadanía, pues en general se ha usado la cuestión para dejar mal al de al lado (sea derecho o izquierdo) y no para construir un país mejor, que cumpla sus promesas de asegurar una vida digna a sus habitantes.
P.S.
Escribí este post hace un mes sin publicarlo, me pareció que aún era pertinente hacerlo.
Cabe señalar que después de escribir esto, el gobierno presentó su G.A.N.E apelando a un "acuerdo nacional", pero en realidad es una propuesta unilateral destinada a mantener un sistema paupérrimo. Lo interesante es que este acuerdo se presentó sin necesidad de diálogo, sin considerar el tema de fondo alegado y si alguien está en contra se le acusa de "obstruccionista". Es un lugar común en el gobierno señalar que "no negocía bajo presión", pero en realidad, simplemente no negocia.