enero 26, 2010

Días después

Hace un par de días me había propuesto escribir sobre las cosas en que habría que poner especial atención durante los próximos años de gobierno, pero los acontecimientos de la semana se adelantaron por mucho a lo que quería decir.

Dos de las cosas que más preocupación pueden acarrear son, por una parte, la identidad entre la elite política (quien detenta el poder de las instituciones públicas) y la elite económica (quien lo detenta en el ámbito privado) y por otra, la posible reducción del debate político y el control de las autoridades debido a que se hace casi imposible una oposición política a través de los medios de comunicación.

El primero de los temas no es de menor importancia. En un país como Chile donde la distribución de la riqueza es un tema escandaloso, que el pequeño grupo de personas que detenta la mayoría del dinero (y otros bienes), tenga la posibilidad de legislar e implementar las diferentes políticas públicas implica, casi necesariamente, una agudización de la situación de desigualdad. Es difícil pensar que los miembros de esta elite realicen una serie de actos altruistas de distribución de las riquezas, sobre todo después del comportamiento demostrado en los últimos cuarenta años.

Ejemplo de esto es precisamente que dos días después de al elección haya aumentado en un 20% el valor de las acciones de la empresa con que el presidente electo controla el 26%! de la aerolínea más importante de la región. Esto significo una ganancia posible de unos $140.000.000.000 (con lo que se calcula puede pagar toda su campaña presidencial y quedarse con más de un millón de dólares). De todas maneras, al día siguiente el alza fue de un 60% (preferible no calcular cuánto dinero es eso).

Pero además de hacerse inmensamente rico, también interfiere en toda la economía, debido a que es el jefe de todos los entes reguladores, alcanzando una influencia impensable en todos los mercados, contando con una situación privilegiada para acceder a información importantísima. Esto produce, sin lugar a dudas, una interferencia indebida en la distribución de bienes, pudiendo considerarse en sí mismo como un problema de corrupción.

Por eso da lo mismo si el presidente electo vende sus activos hoy o mañana, pues sigue estando en una situación privilegiada: en la cúspide de los poderes económico y político.

Esto se vuelve aún más grave cuando los diferentes controles que tiene una sociedad democrática y un Estado de Derecho no pueden funcionar bien. Por una parte está la ya señalada dependencia al Presidente de los órganos destinados a controlar las actuaciones de los órganos privados y por otra está el problema de los medios de comunicación: por una parte, ya se prohibió a la prensa preguntar al presidente electo por ciertos temas (justamente los más importantes para la transparencia de su actuar) y, por otra, los dos medios de comunicación que dominan la opinión pública, desde Marzo pasan a ser oficialistas.

Desinformación, descontrol, concentración de bienes valiosísimos en las mismas manos: Michael Walzer y sus esferas de justicia parecen una ridiculez.

enero 19, 2010

La elección desde lejos

No me deja de asombrar el consuelo de muchos de los que conozco que pueden ser catalogados como centro izquierda. Que la concertación sigue teniendo apoyo y los que votaron por Piñera son solo una minoría que representa a la derecha o a gente sin tendencia política y quizá sin memoria, o que, el triunfo de Piñera debe ser entendido como el fracaso de la concertación. Risa me da pensar en que simplemente somos un país mediocre más bien farandulero, lo que posiblemente sea verdad, pero eso es una tendencia mundial. Al igual que el descontento con las centro izquierdas.
Me encuentro lejos y sin posibilidad de votar, yo lo hubiese hecho por Frei y bajo la premisa tan popular de que ese voto no es por el candidato sino contra la derecha. Pero más allá de los comentarios desde el corazón o divertidos que comparto, el resultado de las elecciones nos debe dar mucho que pensar. Me niego a aceptar sin más que gran parte de un país sufre de amnesia. En este caso creo que el asunto de la memoria es mucho más espinoso de lo que se cree. Hoy nos enfrentamos a una coalición entre conservadores y liberales que aún con diferencias vuelve a reflejar nuestro carácter fragmentario. Me pregunto qué tipo de memoria debemos considerar de ahora en adelante, qué tipo de memoria podría recuperar lo que este año ha perdido la concertación. La memoria funciona trayendo a presencia lo que alguna vez pasó y sin duda hay algo tapado que no estamos viendo y que hay que replantearse. Eso que trae a memoria con posibilidades de reflexión emana de lo ejemplar. Ejemplar no en el sentido de algo que demuestre simplemente un proceso o una idea a seguir, sino en el sentido también del error. Estamos lejos de pensar que los ejemplos de ser humano bueno y virtuoso son posibles y motivarían a otros. Frei como líder político ha mostrado el carácter antinómico de la ejemplaridad, entendida no solo como la imagen a imitar sino también como la imagen de los vicios de un sector político. Piñera pese a representar los vicios más típicos del ser humano, sed de poder y dinero, ha ganado. Con mayor razón digo que la figura pública no tiene el valor del ejemplo a seguir imagen de un ideal. Si hay personas dispuestas a hacer de tripas corazón con sus propios recuerdos y vivencias a fin de revolver la arena política, debemos no solo llamar la memoria del origen de este período democrático nuestro sino de lo que se ha gestado desde la democracia hasta ahora. Es necesario una vuelta, un replanteamiento que nos muestre lo otro que no se nos hace evidente, que estas elecciones no se reduzcan a la simple frase de que somos un país que se avergüenza de sí mismo. Del bombardeo de frases me quedo con un titular que leí en LUN “Lagos cambió el dedo por la oreja”