junio 09, 2010

El Mall y los Vecinos

Sin dudas, la democracia es algo muy popular en la actualidad, todos la incluyen como uno de sus ideales dentro de los discursos políticos. Pero, a su vez, qué significa su puesta en práctica es objeto de debates, existiendo muy pocos acuerdos al respecto.

De todas formas, podemos afirmar pacíficamente que la democracia implica la idea de que las personas que se ven afectadas por una decisión de carácter pública, puedan tener acceso al proceso en que se toma esa decisión. En este sentido, la democracia se considera como una forma de gobierno participativa y gran cantidad de autores señalan que la lógica democrática implica la inclusión de la mayor cantidad de agentes, y de la forma más directa posible, en la toma de decisión. Esto es así porque la democracia, a diferencia de la oligarquía, supone que todos gobiernan y no un grupo, por lo que se debe tender a la igualdad entre estos “todos” dentro de lo público y combatir el que solo algunos tomen las decisiones.

La formula más común para consagrar estas ideas ha sido la conocida como “una persona, un voto”, la cuál implica, por una parte, que todos los que intervengan van a contar por igual y, por otra, que un mecanismo imparcial universal va a asegurar un resultado democrático.

Pero esta formula es bastante limitada. Si consideramos cómo se producen hoy en día, en un mundo glocalizado, la toma de decisiones, nos damos cuenta que sus supuestos son ampliamente superados. Quiero revisar esto en relación a lo sucedido en la comuna de las Condes donde el holding CENCOSUD deseaba instalar un centro comercial y se encontró con la oposición de los vecinos.

En este caso, CENCOSUD iba a actuar como usualmente lo hacen las grandes empresas (muchas veces extranjeras) en estos casos: a través de llegar a acuerdos con las municipalidades (en los que usualmente hay mucho dinero de por medio, factor que muchas veces atenta contra la imparcialidad de las autoridades). En este caso, la instalación del centro comercial en un barrio residencial implicaba un cambio relevante en al calidad de vida de los habitantes del sector, por lo que la decisión les afectaba directamente.

Si revisamos la situación, vemos que la persona que negocia por CENCOSUD representa a un pequeño grupo de individuos, más específicamente a los intereses comerciales de estos individuos, los cuales pasan a tener un peso mayor que los mismos habitantes del lugar que no tienen una voz directa en la cuestión (solo indirecta a través del alcalde y los concejales). En estas circunstancias es difícil entender que todos los afectados participan por igual en la toma de decisión presentándose una gran asimetría, pues ¿cómo un individuo va a enfrentar sus intereses a los de una empresa gigante? ¿cuál es su valor?.

Ante este actuar habitual, los vecinos se presentan como sujetos que es necesario escuchar y crean un movimiento político que busca participar en la toma de decisión de forma directa. Este paso implica la aparición de la igualdad y de la democracia dentro del proceso. Dentro de esto, sus actuaciones llevaron al alcalde a realizar una consulta ciudadana, donde los afectados por la situación votaran por la aprobación del proyecto, incluyéndolos de manera cierta en la decisión. Esto derivo en que la decisión final (no llevar a cabo el proyecto) gozará de cierta legitimidad democrática y que los afectados pudiesen enfrentarse como iguales ante la empresa privada que para llevar a cabo su iniciativa particular, podría pasar a llevar bienes públicos. Similar caso ocurrió con la instauración de estatuas en lugares públicos (especificamente las de Jaime Guzmán y de Juan Pablo II en el sector de Plaza Italia), donde privados buscaban apropiarse de lugares públicos.

Ver la noticia aquí (Foto: La tercera)

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